Mi corazón desborda de alegría, pues acabo de confirmar y decirle que sí a aquel tesoro, a aquella verdad para toda la eternidad. Acabo de recibir al Espíritu Santo, acabo de decirle que sí a la vida misma!…acabo de recibir un valiosísimo regalo.
Desde ahora, soy derechamente un apóstol, un misionero de Él, un hombre sediento por anunciar esa buena noticia…
La vida es durísima, hoy mas que nunca hay mucha necesidad, muchas injusticias, mucho sufrimiento… pero algo esta claro, no estamos solos...Él nunca nos abandona! Sólo debemos aprender a mirar. Pidámosles ojos nuevos al señor todos los días.
Esta culminando una etapa, y comenzando otra… Dios desea de todo mi esfuerzo y mas que nunca hoy debo saber como florecer todos mis dones. Debo aterrizar, darme cuenta que la disciplina, el esfuerzo, el trabajo, son fundamentales para este camino misionero.
Dios es amor, Dios nos ama porque simplemente vivimos; porque somos sus hijos.
Aprendamos de este amor… aprendamos a amar, dejémonos enseñar por esta apasionante vida.
El nos pide que nos amemos unos a otros como Él nos ama, que amemos al prójimo como a uno mismo, y que no hay amor mas grande que dar la vida por nuestros amigos. Busquemos y aprendamos esta maravilla que tanto ensancha nuestro espiritu. Amemos a nuestro projimo porque simplemente existe; y concretamente…¿como se logra amar de esa forma? Jesús nos dice de forma muy concreta: trata a tus amigos, a tu familia, a tu pareja como te gustaría que te trataran a ti, pues primero uno es el que debe amarse.
Aqui estoy señor para amarte con toda mi existencia, para amar a los demás como Tú me amas…y quemar corazones para que ardan por ti.